Se nos hace creer que teniendo una buena imagen y un físico, mucha red social y amistades, pareja o parejas, orgasmos, familia y descendencia, tener…. Un sinfín de cosas, seremos más felices.
Muy bien y, una vez que tenemos todo eso ¿que se supone que tenemos que hacer?, mantenerlo, no perderlo, mejorarlo, aprovecharlo….
Y ¿cómo? Todas y todos conocemos a personas que aún “teniéndolo todo” no consiguen ser felices. Y, por contra, ¿qué sucede ni no es así? En realidad, esa persona reside en cualquiera de nosotros y nosotras porque ¿quién no “quiere ser más y estar mejor”?
La idea de “siempre se puede estar mejor” esconde una trampa, de la que nadie va a salir nunca, porque nunca es suficiente. Es un círculo vicioso que no sólo no nos saca de la insatisfacción, sino que nos deja sin opciones y sin querer o poder conocer nuestros propios recursos.
Parece que no querer “mejorar”, ser más, tener más, etc.… es una necedad, cuando, en realidad, tenemos gran margen de posibilidades propias y únicas. Muchas las desconocemos pero que están ahí, esperando a ser descubiertas, aprovechadas, gestionadas,…. y que sin duda, nos ayudarán sentirnos mucho más felices. Esta visión consumista y materialista de la felicidad, está tan arraigada que parece inconcebible ser de las personas que “se adapta, se acopla o se apaña”…
En torno a la idea de ser y estar feliz circula el hecho de gustar o no gustar a los demás, y de la mayoría de los mensajes publicitarios: ser deseable, sentirse deseado. Pues bien, uno de los conceptos fundamentales desde los que trabaja la sexología es el deseo y los mecanismos que le rodean, la Erótica.
El Hecho Sexual Humano, como el Hecho de los Sexos, se plantea desde realidades: la Sexuación, la Sexualidad y la Erótica, que pueden estudiarse por separado, pero son vividas conjuntamente por todo ser humano. Merece la pena, por lo tanto, conocer y aceptar quien somos, como se manifiestasn en cada uno y cada una de nosotros y nosotras estas tres realidades, para asi poder llegar a una satisfacción que se ajusta a nuestras posibilidades, porque las hay, y no son pocas.